viernes, 28 de enero de 2011
HATSHEPSUT
HATSHEPSUT. EL FARAÓN MUJER, HIJA CARNAL DEL DIOS AMÓN
La apasionante vida de esta mujer que fue rey, abre una puerta para conocer la antigua civilización egipcia en el inicio de su más brillante periodo, la XVIII dinastía, dentro del cosmopolita y espléndido Imperio Nuevo.
Su historia nos llega rodeada de misterio y de escasez de datos, ya que, tras su muerte, sufrió una persecución sistematizada y que continuó a finales de esta dinastía y de la siguiente. Es la reina-faraón más conocida y la más atractiva desde el punto de vista histórico. Hija de Tutmosis I y esposa de Tutmosis II, poseedora, seguramente, de una gran ambición y de una innegable capacidad de gobernar, desplazó al hijo de Tutmosis II y de Isis, una concubina, el niño Tutmosis III, objetando su corta edad y su dudoso linaje real.
Hatshepsut argumentó que ella misma era la elegida por el dios Amón, y del que se declaró primogénita. Su propio padre, Tutmosis I, se dice que redactó un escrito, según aparece en algunas fuentes, en que la dotaba a ella de preferencia como sucesora, en detrimento de su hermano.
Por sus venas corría la legítima sangre real, la sangre de los dioses, descendiente directa de los faraones libertadores de los hiksos, de la reina Ahmosis-Nefertari, una realidad de la que ella fue consciente desde muy corta edad. No es de extrañar que se rodeara de un círculo de fieles de gran influencia en los entresijos del poder religioso y civil, entre ellos a Hapuseneb y a Senenmut. La gran esposa real se había convertido, para temor del visir Ineni, en un peligroso oponente.
Esta increíble mujer, que reinó en tiempos de la XVIII dinastía, desde 1479 a 1457 a. C, como Maatkara-Hatshepsut, pensaba crear una dinastía femenina, pero sus esperanzas se quebraron tras la muerte de su hija y la desaparición de la mayoría de sus apoyos. Así y todo gobernó un total de 22 años hasta su fallecimiento.
En su tiempo se realizaron importantes trabajos como su maravilloso templo funerario de rampas en Deir el-Bahari, las obras y los obeliscos del templo de Amón en Karnak, entre muchos otros, y la tan conocida expedición marítima al país de Punt en busca del incienso y otros productos exóticos. Su “polémico” reinado mejoró sustancialmente la vida de sus súbditos.
Su sucesión también fue pacífica, y Tutmosis III, al que se supone relegó los años que ella tuvo el poder, terminó por ser uno de los más grandes faraones egipcios…
La egiptología ha tratado la vida de esta mujer faraón destacando su tenacidad, decisión, honradez, astucia y fidelidad, y, dentro de nuestra mentalidad actual, la “modernidad” de su pensamiento y de su actuación.
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